Corredor Ecologico del Noreste

Sunday, August 24, 2008

Mi Ponencia ante la Junta de Planificacion por el Corredor Ecologico del Noreste

Estimados representantes de la Junta de Planificación:
Buenos días y gracias por permitir mi participación en este proceso tan importante de la creación de una Reserva Natural en el Corredor Ecológico del Noreste.
Mi nombre es Mónica Pérez Nevárez, escritora, editora de la revista Business Puerto Rico, y consultora de administración de pequeñas empresas. Soy vecina del Barrio Beltrán de Fajardo y soy miembro de la Coalición Pro el Corredor Ecológico del Noreste.
Antes de empezar quisiera dar mis más enfáticas gracias por todos sus esfuerzos al Departamento de Recursos Naturales y al Fideicomiso de Conservación de Puerto Rico por su excelente labor al haber hecho sus estudios de manera tan expedita y eficiente, y haber logrado una plataforma tan clara en la cual las comunidades circundantes puedan no solo entender el plan, sino que también aportar y participar del plan de manejo de la Reserva (RNCEN).
En muchas ocasiones he podido disfrutar de varias partes de lo que será el RNCEN. He caminado los mangles hasta llegar a la Playa Roja; he veraneado con mi familia en la Playa Siete Mares; he ido en excursiones fotográficas por La Selva; he kayakiado en grupo por la Laguna Bioluminiscente de Aguas Prietas; he invitado amigos Norteamericanos a hacer el recorrido por Las Cabezas de San Juan varias veces; he paseado mis perros por los pastizales interiores de las fincas incluidas en la Reserva; he gozado de pasadías comiendo frituras en los friquitines de Luquillo; he navegado hasta la bahía de los Gobernadores en lancha; durante el invierno he hecho la peregrinación al mar luego de una tormenta para ver no solo a los surfistas en su deporte, sino también para recoger alguna que otra concha o caracol extraviado; he participado en la limpieza de las playas de Luquillo y Fortuna; he caminado por las orillas del rio que traspasa la propiedad, y he podido disfrutar de las preciosas vistas que esta joya de nuestra isla ofrece.
No tengo palabras para describir lo importante que creo que es el salvaguardar este recurso natural tan preciado. No solo su contenido único de flora y fauna endémica y su importancia como sitio de anidaje del Tinglar, sino también por la capacidad que tiene su belleza natural de devolvernos nuestros sueños de vivir en una isla tropical preciosa. Creo que es una oportunidad especial no solo para conservar este tesoro, sino también para plantear maneras de hacer negocios locales sanos e incorporar a las comunidades vecinas (tan necesitadas) en nuevas oportunidades de negocio.
Veo la creación de la Reserva como una oportunidad de integrar las comunidades circundantes y ofrecerles a los ciudadanos aledaños nuevas oportunidades de negocio a tono con la visión del lugar. El establecer micro-empresas locales, y construir una eco-hospedería de bajo impacto ambiental me parecen ideas excelentes. En el resto del mundo hay hoteles de cinco estrellas que son ”verdes”. ¿Por qué no en Puerto Rico? De hecho, yo iría un paso mas allá, pidiendo que la JP incentive solo negocios “verdes” y locales, con productos hechos aquí (y si en un principio no pueden serlo, que tengan planes para convertirse); que toda construcción dentro del RNCEN tenga una certificación LEEDS Plata o más alta; que todo edificio use fuentes de energía renovables y sean lo más autosustentables posible. Me gustaría poder decir que toda edificación y negocio en la Reserva es totalmente “verde”, y con un “carbon footprint” negativo. Podría servir de gran ejemplo para el resto de la isla.
Me alegra que hayan incluido una villa pesquera para que todos aquellos pescadores del área puedan seguir ejerciendo su vocación. Pero quisiera pedirles que también incluyan un centro de educación para los pescadores (y otros) interesados en convertirse administradores de su recurso (“stewards of the resource” en ingles), como lo han hecho en Nueva Zelanda, que le dieron a todos los pescadores una cuota inicial pequeña, pero les prometieron que si la cantidad de peces en el mar crecía por su buena administración, su cuota subiría de acuerdo con la mejora. Esto le dio un sentido de ser “dueños” del recurso a los pescadores, y los convirtió en astutos conservadores, en vez de simples usuarios. Su mentalidad cambió de “¿cuántos peces puedo pescar?” a “¿cómo hago para que haya más peces en el agua?”.
Yo me acuerdo cuando un Marlin de 1000 libras era cosa normal. Ahora se ven mucho más pequeños. Yo me acuerdo cuando un Chillo que se pescaban de orilla pesaba diez libras o más. Ahora se ven peces juveniles y pequeños. Yo me acuerdo haber visto meros enormes cuando yo buceaba en los años ’70 que ahora no se ven. Yo he visto con mis propios ojos el “Coral Bleaching” por todas nuestras costas. Tenemos que apoderar a la comunidad y a los pescadores y convertirnos en administradores de este escaso recurso antes de que sea muy tarde. Si temen que esto es como decir que van a poner al zorro a cargo de guardar las gallinas, vean el ejemplo de Nueva Zelanda, que al igual que Islandia, son los únicos dos sitios en el mundo donde la densidad de peces está creciendo en vez de desapareciendo, y los pescadores están a cargo bajo unos incentivos específicos y ambientales dados por el gobierno. La cosa no es decir “cuiden esto” y ya. La cosa es darle un marco donde se incentive la propagación de peces en el mar para que los pescadores puedan pescar más de ellos.
Este plan también le quita la responsabilidad de manejar el recurso al gobierno, que se limita a hacer un estudio anual de la cantidad y densidad de peces en el área. Por otro lado, el gobierno se comprometió a pagarle a los pescadores durante un tiempo en lo que los recursos (los peces) volvían a tener un volumen necesario para hacer la pesca económicamente viable, o hasta que ellos se pudieran defender con otros negocios marinos, durante cual tiempo los pescadores pudieron usar unos servicios educativos para aprender a generar nuevas empresas y diversificar sus ingresos. Las clases podrían incluir cómo transformar el negocio de la pesca a uno de interés turístico, usando sus embarcaciones para dar “tours” y de esa manera suplementar sus ingresos, y de cómo podrían crear una acuacultura pasiva, por ejemplo, haciendo arrecifes nuevos o “sembrando” cajas de cerámica para que las langostas pudieran refugiarse en algunos lugares específicos. Clases de conservación de recurso y de manejo de negocios también ayudarían.
También se podría considerar crear un “parque acuático”, o sea, unas veredas en el mar al lado de sitios de belleza marina en las cuales se podría hacer “snorkeling” sin ningún impacto al ambiente marino y privatizar los “tours” del área.
Recientemente tuve la dicha de caminar hasta La Selva en un día soleado y caluroso y me di cuenta que me tomo 45 minutos llegar a la playa. Por esta razón, y sabiendo que yo solo he podido adentrarme a pie en una fracción pequeña de lo que va a ser la Reserva, pido a la JP que considere tener “estaciones” donde visitantes puedan comprar agua o algo de comer. De hecho, cuando trabajaba en San Juan, había una señora que venía todos los días a la acera contraria con una camioneta abierta que contenía una neverita y un “grill” de propano, y con eso ella le daba almuerzo a cien personas, y a las dos de la tarde, ella recogía su basura, su comida, su neverita y su grill y lo montaba todo en su camioneta y se iba del lugar sin dejar huella. Quizás se podría considerar dar unas licencias para este tipo de negocio dentro de la RNCEN, quizás con la única restricción de que la camioneta sea eléctrica o hibrida o con muchas millas por galon (mpg).
Aplaudo el que no se permitan vehículos privados dentro de la Reserva, y que solo se usen las carreteras existentes. Creo que quizás se necesitarían un par de carreteras de tierra (no asfaltadas) más, dado la extensión de la RNCEN, y se tendría que ver cuales serian los puntos más efectivos para el ingreso a la Reserva para definir cuantas carreteras debería de haber, y creo que nos debemos de limitar a las menos posibles, pero también que haya acceso a todas las partes de la Reserva para su mayor disfrute. El plan delimita cuatro recintos, asi que una entrada y una carretera para cada recinto me parece cosa valida.
He oído mencionar que se está considerando usar unos “trolleys” o “golfcarts” similares a los que se usan dentro de la Reserva de Las Cabezas para transportar a los visitantes a varios puntos de la Reserva. Esto me parece muy buena idea, pero hay que considerar la cantidad de personas que necesiten ese servicio, y establecer rutas e horarios. No estaría de más privatizar este servicio para que todo el mundo quede más satisfecho. De hecho, creo que se debería considerar privatizar todo lo más que se pueda en la reserva, dando límites estrictos a los que se puede hacer, ofreciendo clases o certificaciones pertinentes, pero que el resultado sea que las comunidades circundantes tengan una presencia preponderante en la Reserva, y menos trabajo y gasto para el gobierno.
También creo que se debe de crear un grupo de voluntarios comunitarios que puedan venir a suplementar el equipo de seguridad que tenga la Reserva, y que se les brinde el uso de unos carritos eléctricos para pasearse por la reserva durante los fines de semana, asegurándose de que todo esté como debe de estar, y si no lo está, que puedan llamar por celular o radio a las fuerzas de seguridad o a la policía si es necesario. El concepto seria de un “Community Watch” pero para la Reserva. Yo sería la primera en apuntarme como voluntaria a este servicio.
La cuestión de privatizar la transportación dentro de la RNCEN puede ser polémica en que alguna gente no querrá pagar. Pero se puede argumentar que un pago mínimo se puede considerar como un donativo, y no es mandatario usar el transporte, sino que aquellas personas que prefieran la comodidad que puedan usarla. Yo personalmente nunca he llevado a mis seis sobrinitos a La Selva porque yo sola no puedo cargar con todos sus motetes, y encuentro que un transporte me seria de mucha utilidad bajo esas condiciones. Por otro lado, entiendo que un “surfer”, que esté acostumbrado a caminar hasta la playa, no necesita usar el transporte si no quiere.
Señores, yo me acuerdo como mi bisabuela me contaba de cuando el Condado era solamente una playa y una laguna sin estructuras ni edificios. Mi abuelo me contaba de cuando Bayamón era rural. De mi padre que me decía que cuando él era joven, usaba el Trolley para moverse por San Juan. Yo me acuerdo que de niña íbamos a la finca de mi abuelo en el Barrio Higuillar de Dorado (que nos tomaba una hora y media en llegar desde San Juan), y todo a su alrededor era verde: pastizales, huertos, fincas de ganado o caballos. Ahora toda esa área está irreconocible, y mayormente bajo cemento. De la misma forma, en los últimos 8 años en Fajardo, se han construido 700 unidades de vivienda, y lo que era un pueblecito pesquero se ha convertido en tapones y ruidos y motoras y carros de otras partes, que vienen a pasar un día o dos y luego se van, sin casi aportar económicamente a la comunidad local. 200 de esas unidades quedan sin venderse, pero hay nuevos proyectos que se siguen construyendo.
Hemos visto la población de Puerto Rico crecer de 2 millones a 4 millones en cincuenta años, con una densidad mayor que 90% del resto del mundo. En nuestra búsqueda de una nueva vida, se han dado permisos para desarrollar horizontalmente en vez de verticalmente (pocos edificios de apartamentos, muchas casas en lotes de estampilla), y nuestra densidad por cuerda es de 5,000 personas, cuando hay ciudades como Paris Y Seattle que tiene 20 mil o 50 mil por cuerda. Somos demasiado pequeños para malgastar nuestro suelo de esta manera. Esta presión de desarrollo es la que amenaza a la Reserva. Esa presión no dejará de existir, por lo cual tenemos que conservar lo poquito que nos queda. Porque si no, vamos a terminar siendo una isla- ataúd de cemento. Por esta razón solicito que la Junta de Planificación adopte este plan a la mayor brevedad posible.
Gracias por permitirme el privilegio de participar, y les deseo todos los mejores resultados. Si en algo les puedo ayudar, no escatimen en escribirme a guayabapr@gmail.com

Wednesday, August 22, 2007

Northeast Ecological Corridor



The Northeast Ecological Corridor is a tract of over 3,000 cuerdas (1 cuerda = .97 acre)that are owned by private individuals and government agencies, and are the last remnants of pristene ecosystem left on the north coast of Puerto Rico. They are a natural part of the habitat of El Yunque, the National Rain Forest Reserve, from which many small rivers that crisscross the land originate. For over ten years, small groups of activits, including surfers, local communities, and non-profit NGO's have fought for the preservation of this land.

In 2007, the governor of Puerto Rico, Anibal Acevedo Vila, signed a procamation making the area a reserve, but that has not been followed up by the laws needed to sustain its demarcation, and there are strong forces against it in the legislature and in powerful lobbies. For now, two large mega-resort developments have been stopped, but activists feel that until legal regulations safeguard the area, its security will be in hock.

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